1 de abril de 2011

“Cómo carajo se niega uno a volver a Córdoba" cuestionó Sabina en concierto

RPT - “Cómo carajo se niega uno a volver a Córdoba –se preguntó Joaquín Sabina cuando promediaba la primerísima parte de su concierto–. Las bandas irlandesas que vayan a La Plata, nosotros volvemos a Córdoba”. Sus primeras palabras, con la referencia al concierto de U2 en la Argentina, le bastaron para su ovación de bautismo. Fue la primera de muchas, que fueron pasando entre sus clásicos inoxidables, sus últimas bellas canciones o sus salidas compradoras.
Cerca de la medianoche, en la versión de Contigo cambió Venecia por el Suquía (Yo no quiero París sin aguacero... ni Suquía sin ti), y el río se convirtió en un mar de suspiros.
Para el concierto de anoche, ante un Orfeo otra vez colmado, Sabina cargó los vagones de su penúltimo tren con las mejores joyitas de un repertorio interminable, que podría haber abrazado hasta la madrugada o incluso hasta las primeras horas del día. Siempre, con Sabina, pueden dar las diez y las once, las doce y la una, y las dos y las tres.
Es cierto, ya no tiene la voz de antes, pero nada se le puede decir a alguien que se mofa de su propia garganta con arena: “Uno ha trabajado muchos años, gastado fortunas, para tener la voz del último y maravilloso Goyeneche. No lo he conseguido, porque eso es muy difícil, pero estoy en ello”, dijo primero, y le agregó otro homenaje: “Sino hay otra bien varonil, viva, con 92 años: la señora Chavela Vargas”.
Con un pantalón que las más avispadas describieron como “borravino”, el sombrero bombín y un saco negro, el cantante español apareció puntual sobre el escenario.
Sombreros habían varios entre la gente, encantados por esa suerte de mercadito de pulgas con remeras, buzos, bolsos y bombines (a $120 pesos por cabeza, literalmente), aunque nadie los lució como él.
Flaco, un poco desgarbado, tranquilo, un poquito más viejo pero menos mañoso que la última vez, menos rocanrolero también. Joaquín Sabina repasó sus canciones para el delirio de un público en el que ganaban los treintañeros, alternando momentos de gracia con momentos de gracias.
“Para que no se aburran demasiado, hemos incorporado algunas canciones que no tocamos la última vez... porque básicamente la estructura del show es la misma”, dijo antes de explicar que siempre su intención es “devolver con canciones compartidas todo lo que podamos, desde aquí arriba”.

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