RPt - El músico estadounidense Bobby McFerrin hizo cantar y bailar a los montevideanos, que se entregaron subyugados a los tarareos, falsetes y ritmos a capella del creador de la pegadiza "Don't Worry, Be Happy".
Con un micrófono, una botellita de agua y la complicidad del auditorio, McFerrin desató risas con varias consignas, invitó a seis personas a bailar sus improvisaciones y a otros tantos a ser por unos minutos su contrapunto vocal, en un concierto el domingo en la noche en el teatro Adela Reta de Montevideo.
Su cuerpo es la orquesta: McFerrin golpetea con las manos su pecho para la percusión, usa los labios como sordina y del resto se encargan su excepcional manejo de la voz y su carisma.
A los 61 años, McFerrin se ejercita simplemente "cantando todos los días", aunque durante mucho tiempo lo hizo con vocalizaciones diarias durante diez minutos de rigurosa concentración. Pero no fue fácil poner a punto la técnica.
"Me llevó seis años desarrollarla. Seis años de practicar a diario", explicó el cantante neoyorquino a periodistas al término de la prueba de sonido antes del concierto del domingo.
"Tenía 27 cuando empecé esa búsqueda", añadió en una informal rueda de prensa sentado en el piso del escenario, poco antes de ofrecer "Una noche con Bobby McFerrin" en la escala uruguaya de su gira latinoamericana, que incluyó Rio de Janeiro, Sao Paulo, Santiago y Buenos Aires.
Entre improvisaciones y piezas como "Blackbird" o "Hit the road, Jack", habituales en sus conciertos, desplegó sus dotes vocales y de 'showman' durante dos horas que cerró como acostumbra hacer: organizando un coro de más de 30 personas en el escenario con espontáneos del público.
"La mejor parte del espectáculo es cuando está cantando todo el mundo", aseguró McFerrin
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