
La ansiedad carcomía los cuerpos y apenas se marcaba la tarjeta a la salida, o se oía el último timbre en el cole, todas las acciones se encaminaron al ex Chateau. Y hubo desbordes, claro. De tránsito, de pasión. Shakira apareció por el escenario de boca anchísima, montado en el círculo central, a las 22.15 (la demora generó silbidos y abucheos) con un gesto de plena correspondencia.Estaba lookeada como lo haría cualquiera de las chicas de abajo para ir a bailar en plan zarpado: calzas, botitas, chalequito. Así desfiló por la pasarela que entra al corazón de la multitud. Todo bien con lucir igual, pero claro, ella es el jefe, como diría Mick Jagger, y se despachó con su conocido arsenal gestual y corporal que, junto a sus canciones, la llevaron a donde está. “Estoy aquí para complacerlos, así que esta noche soy toda suya, Córdoba. Diviértase”, saludó. A las miradas insinuantes le siguió ese movimiento pendular de una cadera que se agita al ritmo de una banda multiétnica, que sabe cómo atravesar el rock, el

Resultó curioso a la hora de Si te vas, en el tramo inicial, cómo la Shakira a la que René de Calle 13 prefería “gordita y morena”, se despachó contra “la bruja de cuero”. Sonó irónico, porque es difícil imaginar a esta Shakira fuertísima vociferando un despecho semejante, pero a nadie le importó. Es que enseguida llegó Suerte con la invitación de subir a bailar a algunas chicas del público.
Promediando el show, el inevitable guiño al rock. Porque todo bien, Shakira no tiene dramas en exaltar Barranquilla, sus ritmos característicos, tampoco en testear la worldmusic, jugarla de “gitana de ciudad”, pero siempre le interesó conseguir credibilidad rockera. Ese afán no cedió en el directo. Así fue que anoche propuso una versión acústica de Nothing else matters, de Metallica. No fue una réplica del original sino una saludable “subversión”, ya que el tema fue interpretado con cierta impronta afroamericana — andina. A Hetfield le hubiera gustado. Antes había blanqueado que Inevitable es la canción preferida de su repertorio. Otro rasgo distintivo de Shakira es el de filtrar un mensaje humanitario, a tono con las acciones de su fundación Pies Descalzos. Aquí y anoche, la corrección política fue minimizada por el entretenimiento puro, por la danza del vientre. De hecho, el Personal Pop Festival se había pensado como una experiencia que aglutinara música, conciencia ecológica, alimentación sana y arte plástico emergente. Sucederá en Buenos Aires, aquí sólo fue un desfile de bandas y solistas.

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