News - En una de sus últimas declaraciones a la prensa, y en el contexto del 30° aniversario del fallecimiento de Bonham, el baterista Rubén Basoalto expresó que “si no hubiera sido por Bonzo, Led Zeppelin no hubiera existido”. Con la noticia de su muerte, ayer a sus 63 años, uno puede caer en la tentación de afirmar sin exagerar que “sin Rubén Basoalto, Vox Dei no hubiera existido”. Y sí, Basoalto tenía un estilo atómico, bien físico, ideal para sostener las relecturas religiosas y metafísicas que impulsaba el grupo quilmeño que completaban Ricardo Soulé y Willy Quiroga, y que fue contemporáneo de otro power trío como Manal y de ese cuarteto cósmico conocido como Almendra. Basoalto era, además, el batero indicado para las obras conceptuales con varios movimientos y matices que Vox Dei supo crear. Por su propensión a los palos, a recorrer todos los cuerpos de su instrumento, a Rubén Basoalto lo apodaban “El Pulpo”. Su muerte se produjo a tres semanas de haberse internado en el Hospital Argerich, afectado por un cáncer.
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